miércoles, 15 de abril de 2020

Leemos


                                                               

LOS DOS PUEBLOS






En un planeta muy pequeño hay solo dos pueblos; el primero está en una montaña y, por eso, lo llaman Monte Hermoso; el otro está en una llanura y se llama Valle Lindo. Un río atraviesa el planeta de cabo a rabo y separa ambos pueblos. Desde hacía ya muchos años, la gente que vivía en Monte Hermoso estaba enemistada con los que vivían en Valle Lindo. Ya nadie se acordaba por qué; solo sabían que debían poner cara de mal genio cuando se cruzasen en el bosque con algún habitante del pueblo vecino. En cambio, las niñas y los niños de los dos pueblos eran muy amigos y cruzaban el río en una barca por las tardes para poder jugar juntos. Un día, todos los niños decidieron organizar una gran fiesta. Cuando llegó la hora, las niñas y los niños de Monte Hermoso se dirigieron hacia el río y subieron en la barca con todas las cosas para la fiesta. La barca iba con tanta carga que casi los niños no cabían. De pronto, se dieron cuenta, presas del pánico, de que se estaban hundiendo. —¡Socorro! ¡Socorro! —gritaron. En la otra orilla, las niñas y los niños de Valle Lindo escucharon asustados a sus amigas y amigos. —¡Rápido, debemos avisar a nuestros padres! —gritó una niña. ¿Qué nombres tenían los dos pueblos? 1 Unidad 7 ¿Para qué crees que se han colocado las rayas (—) en el texto? Las familias de Valle Lindo se reunieron en la orilla del río. Un grupo de padres se echó al río y nadó hacia donde estaba la barca. Poco a poco la fueron empujando hacia la orilla, hasta que, finalmente, llegaron y los niños pudieron bajar y se abrazaron unos a otros muy contentos. Cuando se enteraron de lo sucedido, las familias de Monte Hermoso decidieron organizar una gran fiesta en honor de sus vecinos de Valle Lindo, para agradecerles por el salvamento de sus hijos. Entonces, a uno de los pobladores se le ocurrió una idea: —Amigas y amigos, debemos solucionar el problema del paso del río. Propongo que, entre todos, construyamos un gran puente para acabar con el peligro que supone cruzar el río. Juntos será una cosa fácil y no tardaremos mucho tiempo. Debemos olvidar nuestro viejo enfado y poner manos a la obra, ¿qué les parece? Todos estuvieron de acuerdo y enseguida empezaron a repartirse el trabajo. De esta forma, en muy pocos días quedó terminado un magnífico puente que unió a los dos pueblos por encima del río. Desde ese momento, los habitantes de ambos lugares se reunían por las tardes, olvidando el antiguo enfado que los había tenido enemistados tantos años. 

Adaptado de Barbadillo, Patricia (1987). Rabicún. Madrid: SM.

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