LOS DOS PUEBLOS
En un planeta muy pequeño hay solo dos pueblos; el primero
está en una montaña y, por eso, lo llaman Monte Hermoso; el
otro está en una llanura y se llama Valle Lindo. Un río atraviesa
el planeta de cabo a rabo y separa ambos pueblos.
Desde hacía ya muchos años, la gente que vivía en Monte
Hermoso estaba enemistada con los que vivían en Valle Lindo.
Ya nadie se acordaba por qué; solo sabían que debían poner
cara de mal genio cuando se cruzasen en el bosque con
algún habitante del pueblo vecino.
En cambio, las niñas y los niños de los dos pueblos eran muy
amigos y cruzaban el río en una barca por las tardes para
poder jugar juntos.
Un día, todos los niños decidieron organizar una gran
fiesta. Cuando llegó la hora, las niñas y los niños
de Monte Hermoso se dirigieron hacia el río y
subieron en la barca con todas las cosas
para la fiesta. La barca iba con tanta
carga que casi los niños no cabían.
De pronto, se dieron cuenta, presas
del pánico, de que se estaban
hundiendo.
—¡Socorro! ¡Socorro! —gritaron.
En la otra orilla, las niñas
y los niños de Valle Lindo
escucharon asustados a
sus amigas y amigos.
—¡Rápido, debemos
avisar a nuestros
padres! —gritó una niña.
¿Qué nombres
tenían los dos
pueblos?
1
Unidad
7
¿Para qué crees
que se han
colocado las rayas
(—) en el texto?
Las familias de Valle Lindo se reunieron en la orilla del río. Un grupo
de padres se echó al río y nadó hacia donde estaba la barca. Poco
a poco la fueron empujando hacia la orilla, hasta que, finalmente,
llegaron y los niños pudieron bajar y se abrazaron unos a otros muy
contentos.
Cuando se enteraron de lo sucedido, las familias de Monte Hermoso
decidieron organizar una gran fiesta en honor de sus vecinos de
Valle Lindo, para agradecerles por el salvamento de sus hijos.
Entonces, a uno de los pobladores se le ocurrió una idea:
—Amigas y amigos, debemos solucionar el problema del paso del
río. Propongo que, entre todos, construyamos un gran puente para
acabar con el peligro que supone cruzar el río.
Juntos será una cosa fácil y no tardaremos mucho tiempo.
Debemos olvidar nuestro viejo enfado y poner manos a la obra,
¿qué les parece?
Todos estuvieron de acuerdo y enseguida empezaron a repartirse
el trabajo.
De esta forma, en muy pocos días quedó terminado un magnífico
puente que unió a los dos pueblos por encima del río. Desde
ese momento, los habitantes de ambos lugares se reunían por
las tardes, olvidando el antiguo enfado que los había tenido
enemistados tantos años.
Adaptado de Barbadillo, Patricia (1987). Rabicún. Madrid: SM.
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